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La OEA Necesita un Líder, No un Campo de Batalla



La OEA Necesita un Líder, No un Campo de Batalla
Por Sir Ronald Sanders
La campaña para el cargo de secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) se ha visto contaminada por desinformación y distorsión política, especialmente en las redes sociales. Ha surgido una narrativa engañosa que enmarca falsamente la elección como una batalla geopolítica entre Estados Unidos y China por el control de la Organización.
Esta representación está completamente desconectada de la realidad y desvía la atención del tema fundamental: la selección del candidato más capacitado para liderar la Secretaría de la OEA.
Los dos candidatos oficiales son Rubén Ramírez, ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, y Albert Ramdin, Ministro de Relaciones Exteriores de Surinam. Ramírez se ha asociado abiertamente con Estados Unidos, insinuando su apoyo a su candidatura, aunque el gobierno estadounidense no ha respaldado a ningún candidato ni ha hecho declaración alguna sobre su preferencia.
Las campañas en redes sociales han reforzado la percepción de una batalla ideológica, destacando la falta de lazos diplomáticos de Paraguay con China. Por otro lado, las mismas fuentes afirman que Ramdin, quien cuenta con el apoyo unificado de los 14 estados miembros de la Comunidad del Caribe (CARICOM) en la OEA, está alineado con China y serviría como su representante dentro de la Organización. Esta afirmación es absurda e ignora la estructura fundamental y el sistema por el cual se rige la OEA.
Para añadir mayor complejidad a la contienda, Arnaldo André, Ministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica, se ha postulado como candidato no oficial. André publicó recientemente un manifiesto en español en el que expone su visión para la Organización. El gobierno de Costa Rica tiene derecho a proponer formalmente la candidatura de André hasta el día de la elección, el 10 de marzo, pero es poco probable que obtenga mucho apoyo. Se postuló sin hacer campaña entre los estados miembros ni someterse a cuestionamientos de los miembros de la OEA y la sociedad civil, un proceso en el que sí participaron Ramírez y Ramdin. Sus posibilidades también se vieron comprometidas por un insulto infundado de su presidente, quien afirmó falsamente que el Presidente de Venezuela había "comprado los votos" de los países de CARICOM en la OEA.
En cualquier caso, la OEA es una institución multilateral en la que Estados Unidos, como estado miembro de pleno derecho, ejerce una influencia directa en los procesos de toma de decisiones. China, en contraste, es solo un estado Observador, lo que le permite asistir a reuniones públicas abiertas, pero sin derecho a voto ni poder de decisión. La idea de que China podría "tomar el control" de la OEA mediante la elección de un secretario general no solo es falsa, sino que también demuestra un desconocimiento fundamental de la estructura y el sistema de gobernanza de la Organización.
Parece haber una concepción errónea de que el secretario general de la OEA tiene autoridad independiente para formular políticas. En realidad, el secretario general es un administrador que ejecuta los mandatos establecidos por la Asamblea General y el Consejo Permanente. Su función es de implementación, no de toma de decisiones unilaterales. Ningún secretario general puede actuar o hablar en nombre de la Organización sin el mandato expreso de los estados miembros.
La elección del 10 de marzo no trata de rivalidades geopolíticas; se trata de seleccionar un secretario general que pueda ejecutar eficazmente la voluntad de los estados miembros, fortalecer la Organización y mejorar su productividad.
Sin embargo, la experiencia administrativa por sí sola no será suficiente. El próximo secretario general debe navegar una de las crisis financieras más graves en la historia de la Organización.
Esta elección ocurre en un momento precario para la OEA, que ha sufrido de una financiación crónicamente insuficiente. Durante años, la Organización ha dependido de fondos “específicos” de estados no miembros como España y miembros de la Unión Europea, junto con contribuciones de Estados Unidos, Canadá y México. Sin estos fondos, programas cruciales en seguridad, fortalecimiento de la democracia, protección de derechos humanos, lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la delincuencia transnacional habrían colapsado hace mucho tiempo.
La crisis financiera se ha agravado debido a la reciente decisión del gobierno de Estados Unidos de suspender los fondos “específicos” como parte de una revisión más amplia de su apoyo a las organizaciones internacionales. Se espera que esta revisión concluya el 30 de abril, dejando incertidumbre sobre el trabajo actual de la OEA. Actualmente, 215 miembros del personal y 67 programas están directamente afectados, con muchos proyectos detenidos.
Para agravar aún más la situación, hace tres meses, cuando se aprobó el presupuesto actual de la OEA, muchos estados miembros se negaron a aumentar sus contribuciones, optando en su lugar por más recortes presupuestarios y la venta de activos, debilitando aún más la capacidad de la Organización para funcionar eficazmente.
Ante esta grave realidad, el próximo secretario general debe poseer más que credenciales diplomáticas; él (ya que no hay candidata mujer) debe tener un conocimiento profundo de las necesidades operativas de la Organización, sus limitaciones financieras y sus desafíos institucionales. También debe estar preparado para liderar con resiliencia, innovación y una visión clara para revitalizar la OEA en un momento de recursos menguantes.
CARICOM ha evaluado cuidadosamente a los candidatos y ha concluido que Albert Ramdin es la mejor opción. Su década de experiencia como secretario general Adjunto de la OEA lo posiciona por encima de todos los demás contendientes. Posee un conocimiento íntimo del funcionamiento interno de la Organización, sus desafíos y las responsabilidades del cargo. Su candidatura representa el tipo de liderazgo que la OEA necesita con urgencia: uno enfocado en la renovación institucional y no en maniobras políticas.
En esencia, esta elección es una prueba del compromiso de la OEA con su propia integridad y propósito. ¿Elegirán los estados miembros a un secretario general basado en la competencia, la experiencia y un historial comprobado de liderazgo administrativo? ¿O permitirán que narrativas externas y temores geopolíticos nublen su juicio? La respuesta determinará no solo el futuro de la OEA, sino también su credibilidad como el principal organismo multilateral de las Américas.

Los desafíos que enfrenta la OEA son demasiado grandes para cualquier cosa menos un líder elegido por su mérito, visión y capacidad para mejorar la relevancia de la OEA para cada uno de sus estados miembros y para todos ellos. El futuro de la Organización depende de ello. 

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